jueves, 5 de noviembre de 2009

la redundancia de cómo comer un jabón (o estallido ciego impreso)

el puño apretado también se me va. las ganas de comer sandía podrida, un pelón adiestrado me da la pauta al nacer. lloro a mordiscones si necios blancos me dan la mano mientras como no educo mientras democracio no imputo. soy inífugo pero caliente febril casi siempre me inculco las cosas que no tengo que hacer. el gran expendio de mi mente se acobardó tantas veces e historia repetida como cuento infantil cambiado al final para no llorar y llorar con los ecos que se doblan y vuelven llorar. traduzco las obras cúspides, traduzco reptar y morder y jugar y soñar. traduzco botas flojas y rojas y lluvias y chapotear. frunzo el ceño flojo demostrando actitud silenciosa, traidora y tímida. pasadenas de etruscos antiguos de viejas épocas de gloria. si yo aprendí a ser el que fui, no fue por mi sino por mi andar risposo. niño de tres años lo entendió antes de ayer, los diálogos coparon alguna vez pero se fueron, se hirieron y ya no vuelven por éstos pagos. son hechos e historia son troncos idiotas, con venas, son penas, son serafines y gaviotas. sos vos, soy yo, redundantes ambos dos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario