viernes, 12 de febrero de 2010

el barro

Ya había sucedido lo mismo varias veces en esos campos. Al menos eso había escuchado. No era extraño que las cosas sucediesen de esa manera. Sin embargo comparó lo que había hecho.
Dejó la navaja cerca del césped mientras la lluvia limpiaba un poco de su mano la mezcla aberrante de tierra y sangre. Miró como si no comprendiese por qué los hechos habían llegado a esa instancia. Golpeó con su pie el tendido aspecto que ahora yacía sobre el fango. La lluvia empezó a caer aún más fuerte y se fue alejando despacio hacia atrás pero siempre con la vista hacia adelante. Su cuidado paso no hizo eco y tropezó con un pequeño pozo que se había hecho por la fuerza de la lluvia. Cayó de costado al barro. Su pesada mochila se le desprendió y se fue rodando a unos metros. El barro le hizo sentir aún más frío en su desnudo torso y sus pies se llenaron aún más de sanguijuelas.
El viento quebraba ramas y la lluvia ya se desplazaba de lado. La luz reflejada en las nubes violáceas hacía posible alcanzar a ver algo de su aspecto. Todo el momento perduró. Le parecieron siglos lo que fue solo un instante. Empezó a caminar la vuelta desde donde estaba. La cámara lenta pareció detenerse. Un relámpago atravesó rápidamente su cara mientras que un rayo cayó a lo lejos escuchándose un sonido ensordecedor. Se acercó despacio y más despacio se arrodilló. Tomó el cuerpo tendido e hizo fuerza para rotarlo, le fue imposible desde esa posición lo que hizo acercársele aún más. Eso le daba miedo, en realidad le aterraba todo, pero le era difícil reconocer entre tantas sensaciones juntas. La lluvia y el frío eran ahora más fuertes. Se puso de lado y con aún más fuerza consiguió rotarlo. Su cara estaba invadida por el barro.
Limpió su cara, necesitaba ver, necesitaba estudiar su aspecto, entender, que cuestión, que historia había llevado a cometer algo así. Trataba de comprender, por qué había hecho algo así semejante.
Buscó por un rato. Pasó varias veces la mirada pero no la divisó, estaba pensando en otra cosa. Su mente divagaba entre recuerdos y anécdotas y otras historias parecidas a a la suya.
Divisó la navaja que había dejado a un costado hacía solo unos instantes. La tomó por el filo lo que le produjo un corte que no alcanzó a sentir. Juntó dos manos, puso una en el pecho que yacía ahí y alcanzó a dar un golpe duro hundiendo el filo lo más profundo que se podía. Lo volvió a hacer varias veces.
Sintió una pequeña ira asesina dentro suyo, tomó nuevamente la navaja y empezó a cortar el cuerpo que yacía debajo de la lluvia. El barro ahora se mezclaba aún más con la sangre que saltaba ya no a sus brazos, sino su torso y cara.
Le quitó asquerosamente la piel. Dividió su cabeza y sus extremidades. Los músculos quedaron a la intemperie por partes. La matanza se habría producido.
Tomó la piel y la colgó detrás de su torso aún desnudo. Las extremidades sangrientas las unió y llevó arrastrados. Las cargó en su mochila y emprendió su camino, pausadamente. El cansancio le abrumaba, en sus ojos la ira se calmaba. Su cena estaba decidida.

4 comentarios:

  1. me re colgue no podia parar de leer..
    prox.texto mas extenso :)

    peace.-

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  2. Una buena manera de continuar sumando textos para un futuro libro noposibledellevaraimagenes.

    bla =P

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  3. Esto es genial, tiene algo de Hemingway, en eso de comprimir las descripciones hasta el punto de ahogarlas en una oración, y de esa forma lograr esa brutalidad y espasmo hasta el final, que produce el relato corto cuando está bien logrado. te felicito.

    ale (surro)

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